El Derecho a No Obedecer

Arte para promover una visión positiva de la migración

*Por: Diáspora Ideas Migrantes

En el marco de la Toma Cultural y Artística por la Integración de América Latina se realizó un conversatorio que exploró las maneras en las que el arte y la cultura promueven visiones positivas de la migración y las acciones que desde la cultura, migrantes y no-migrantes han realizado en conjunto por la integración.

Alejandro Méndez, co-fundador de la feria Cedrizuela Fest, una manera de vivir la Navidad venezolana en Colombia, asegura que este es un gran espacio de encuentro e intercambio cultural entre ambos países y para muchos. “Esto no solo permite a los venezolanos sentirse en casa, sino que también brinda a los colombianos la oportunidad de entender y apreciar la riqueza de esta cultura”, comenta Alejandro.

Por su parte, Marcy Rangel ve la relación indisociable entre la migración y el arte como un fenómeno constante de ida y vuelta. Su historia personal está marcada por la integración de diversas culturas, especialmente a través de la música y la danza. Pone como ejemplo que, “los géneros musicales se han enriquecido gracias a las influencias cruzadas, y esto demuestra que la migración aporta vitalidad y diversidad a nuestra vida diaria”, señala Marcy.

La visión de Sophie Waszkiewicz, desde la perspectiva de Panas en Tabogo, una de las iniciativas de las que hace parte, se enfoca en las historias personales y en abrir espacios de diálogo para reconocer al otro y derribar estereotipos. Estas son las que ella llama pequeñas acciones que desde los relatos se demuestra cómo la migración puede ser una fuente de hospitalidad y empatía. 

La migración enfrenta desafíos significativos que deben afrontarse sin romantizarla. Al respecto, distintas perspectivas afloraron. Para Alejandro, la cultura y el arte siempre serán formas de superar las barreras culturales que son tanto ontológicas como prácticas. Hay que conocer la movida cultural de Bogotá y hacerla nuestra tierra desde el compartir de las dinámicas y tradiciones presentes. 

En respuesta, Marcy señala que no basta con el ejercicio de apropiarse de una cultura diferente para integrarse, sino de tener un espacio para ser una persona migrante con otras tradiciones. “El cuento de que somos hermanos es más político que real. Integrarse no ha sido sencillo porque las culturas son muy diferentes, especialmente entre bogotanos y caraqueños. Sin embargo, a través de la convivencia, hemos aprendido unos de otros”, afirma.

Sophie resalta que el debate sobre la integración cultural se siente más en las grandes ciudades, mientras que en las fronteras, las personas ya viven una integración y es ahí donde se debe aprender sobre formas de desdibujar las fronteras. “En el llano, por ejemplo, las comunidades viven como si fueran una sola. Esto nos enseña que la integración no siempre es un desafío, sino una realidad cotidiana para muchos”, comenta Sophie.

El arte tiene la capacidad de fomentar espacios de empatía y conexión al crear experiencias compartidas que trascienden las barreras culturales, afirma Josué Marín, el moderador. Así, la clave está en afianzar espacios donde las personas compartan sus historias y experiencias, y en promover una educación que valore la diversidad cultural.

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