Por Francys Zurita, de Fundación Alianzas Solidarias
A lo largo de la vida, el patriarcado ha enseñado que el papel de cuidador lo deben ejercer las mujeres, como si con esta habilidad se naciera por el simple hecho de ser mujer. Desde pequeñas vemos como culturalmente las niñas son las que deben aprender a encargarse de los quehaceres del hogar y del cuidado de sus hermanos, incluso, al ir creciendo, sus responsabilidades en casa van aumentando. En muchos casos esto afecta su vida personal y no pueden culminar el colegio, mucho menos pensar en una carrera universitaria. Su rol se limita a mantener limpio el hogar, a cocinar y cuidar de todos.
Sumado a esto, al querer independizarse y formar su propia familia, existe otras presiones: cuándo serán madres, como si básicamente la función de mujer fuera ser cuidadoras y procrear, y cuando ya tienen a sus hijos se les califica de egoísta por pensar en querer culminar sus estudios o trabajar mientras sus hijos están pequeños porque eso “es ser mala madre”.
¿Alguna vez como sociedad nos hemos detenido a pensar cómo se sienten las mujeres?, ¿qué quieren hacer?, ¿cuándo fue la última vez que hicieron algo para ellas mismas?
Imagínense, ahora, tener que ser cuidadoras y sufrir algún tipo de violencia basada en género (VBG). Incluso, algunas sufren maltratos estando embarazadas, muchas con embarazos de alto riesgo y sin poder parar sus obligaciones en el hogar. O mujeres lactantes, con depresión postparto, teniendo que fingir sentirse bien y sin la posibilidad de quejarse o pedir que los quehaceres sean distribuidos equitativamente.
Todo esto sucede en Colombia y sin remuneración alguna, ni económica ni afectiva, porque normalmente se piensa que esto no es un trabajo. Se escribe el estar en casa como sinónimo de dormir y no hacer nada y deben escuchar frases como “¿de qué te cansas? Si no haces nada, solo estar todo el día en la casa”. También sucede que si el hombre sale a trabajar, al volver a casa dice “llegué cansado, voy a descansar”, mientras que si la mujer también tiene un trabajo formal, al volver no puede descansar, pues le toca atender el hogar.
Me pregunto ¿por qué esto hace parte de la cultura ciudadana? Qué duro, y peor cuando esto ocurre y las mujeres no tienen una verdadera red de apoyo en la cual puedan expresarse sin ser juzgadas y donde puedan empatizar con ellas.
Por eso debemos empezar a cambiar como sociedad. Aceptar y comprender que el rol de cuidador lo podemos cumplir todos y todas. Que “el cuidar a otros” se aprende y que no solo lo pueden y deben hacer las mujeres. A su vez, aprender que ser cuidadora no debe ser impedimento para cumplir otros sueños y no significa privarse de tomarse un tiempo para una misma, disfrutar de espacios de cuidado al cuidador o de autocuidado. Es importante comprender, que debemos tener tiempo valioso y necesario, un espacio propio, en el que se pueda lograr un desarrollo personal, cuidando la salud mental, donde se logre un bienestar integral. Buscando la posibilidad de generar ingresos propios y alcanzar la independencia económica.
Por tales motivos, es relevante dar a conocer y comenzar a aplicar las 3R fundamentales:
1. Reconocer los cuidados como un aporte importante para el funcionamiento de la sociedad y de la economía de los países.
2. Redistribuir las responsabilidades y quehaceres del hogar.
3. Reducir el tiempo de cuidado que ejercen las mujeres